Cacharela, cacharela

Hulas, mundo!

Mi última entrada al blog fue hace una semana, la víspera de San Juan. Me quejé de la falta acuciante de tiempo para hacer todo lo que me apetecía (bueno, esta queja se puede extender a todo y por todos!). Pero, al final, sí disfruté de la noche de San Juan como se merecía... La mini-celebración de este año en casa de mis padres, como siempre. Son ellos quien preparan la comida: yo espero y disfruto. Bueno, bueno: sí preparé el agua de rosas, para lavarse la cara al día siguiente y limpiarse de malos espíritus al pasar el solsticio de verano. Y aunque al final nos la lavamos a las 7 de la tarde, hace efecto igual!

Pongo en el blog unas fotos de las cacharelas: dos, porque es típico aprovechar la noche del año en que dejan hacer quema para juntar restos y quemarlos juntos. Así que una hoguera para quemar, otra para saltar!

Ésta de aquí es la más grande, y a continuación se ven las dos:

La más pequeña es ésta:

Y aún así, hubo que esperar un rato a saltarla, que estaba muy alto. Y cómo no, hay que saltarla 3 veces...

Pero la noche de San Juan no sólo es para saltar la cacharela, sino que hay que comer: sardinas, muchas sardinas, y algo de churrasco! Con un buen albariño, por supuesto...

Las sardinas en el plato, preciosas! En Galicia, mi zona al menos, las sardinas se comen acompañadas de pan de broa (brona, pan de maíz), con un toque amargo espectacular.

Y este año se acercaron mis suegros, aportando una muy, muy buena empanada de pulpo:

Lo malo es que me está entrando un hambre... pero qué ganas de sardinas!